Ser en la fugacidad

El martes terminé todos los exámenes del primer cuatrimestre, y a pesar de salir bien parada de todos ellos, hoy jueves no he podido evitar sentir un resquicio agridulce al final de mis pensamientos. Y aunque yo me considere una tía de contrastes, el agrio y el dulce no son precisamente mis sabores favoritos cuando de vivir se trata. Al empezar una nueva vida en otro lugar, al que no pertenecías pero que ahora es más tuyo que cualquier apéndice de tu cuerpo, es inevitable tener que ir poniendo puntos finales a cada mini etapa del camino. 


Estos acontecimientos te recuerdan que, para bien o para mal, todo es efímero y tiene una fecha de caducidad más o menos próxima y preestablecida. Quizás esté siendo demasiado radical pero, ambos sabemos que en algún momento todo terminará, meterás todos los años en una maleta y volverás a empezar. Al fin y al cabo, ¿no es eso de lo que trata vivir?


El cambio puede ser paralizante, frío y sinuoso al principio pero pasado el tiempo necesario, es como un beso cálido en la frente que te recuerda que teniéndote a ti, estás a salvo. El cambio te obliga a soltar y despedirte de lo conocido, para adentrarte en un territorio incierto, pero de naturaleza bipotencial. 


Es la oportunidad de reinventar, crecer, sanar y enraizarnos de nuevo pero, también lo es de focalizar, agradecer y reflexionar sobre lo que nos queremos llevar a este nuevo comienzo y lo que queremos desechar, enterrar, quemar u olvidar antes de volver a dar los primeros pasos. Personalmente considero que aprender a aceptar el cambio y la efimeridad del tiempo no es resignarse, sino aprender a vivir de nuevo. 


En definitiva, abracemos el cambio, lo y a los desconocido(s), las lecciones y el pasado que nos pisa los talones, permitiéndonos vivir en base a lo ya aprendido pero, sin que nos detenga a intentar empezar una vida las veces que sean necesarias. Porque no hay nada más hermoso que sentir que estas vivo, así tal cual, en presente simple.  


Espero que os invite a reflexionar tanto como a mí, me encantaría leerte!!!


Un abrazo virtual, 


Grappa D. Mente

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